El impacto de la fusión de 3D y 2D en la animación va más allá de la simple técnica; representa un cambio radical en la estética que desafía las normas establecidas por gigantes como Pixar y Disney. El 3D tradicional, dominado por imperativos realistas, se encontró repentinamente cuestionado por la audacia de películas como Spider-Man: Into the Spider-Verse. Aquí, la fusión de estilos creó una paleta visual única, alejándose de la perfección del 3D convencional. Los contornos desiguales, la mezcla de colores vibrantes y fondos que parecen salidos de un cómic trajeron un alivio al imperialismo estético de la animación.
Películas como The Mitchells vs. The Machines llevaron esta ruptura estilística a nuevos niveles, incorporando elementos de la animación tradicional en escenarios 3D, desafiando las expectativas y liberando a los creadores de las restricciones impuestas por la perfección hiperrealista.
Este cambio no solo redefine la estética de las películas animadas, sino que también altera la narrativa, permitiendo historias más experimentales y arriesgadas. Ya no se trata solo de lograr la animación más realista, sino de encontrar una expresión visual única que sirva a la historia de la mejor manera posible.
Así, la fusión de 3D y 2D no solo ha revitalizado la animación, sino que ha liberado a los creadores de las ataduras del realismo, abriendo un nuevo capítulo estético en el mundo cinematográfico animado, permitiéndole a los realizadores jugar con la exageración y expandiendo los límites de lo irreal.