En el vasto lienzo del cine, el amor a menudo se retrata con tintes de idealismo, creando expectativas que, en la realidad, pueden ser difíciles de cumplir. Películas emblemáticas han moldeado nuestra percepción del romance, a veces impulsándonos a esperar gestos épicos y relaciones sin fisuras.
En “titanic” el amor entre Jack y Rose, en medio de la tragedia ha dejado una huella duradera. Este fugaz pero intenso romance nos ha llevado a anhelar un amor que supere todas las adversidades, a menudo pasando por alto las complejidades de la vida real, idealizando un amor que esté dispuesto a dar su vida por ti sin pensarlo y aunque tenga pocos días de conocerte.
En “500 días con ella” se deconstruye la idea del «amor perfecto» al explorar la relación de Tom y Summer. Desafiando las narrativas convencionales, muestra cómo las expectativas poco realistas pueden llevar a la desilusión, pero incluso a pesar de que la película es clara con su mensaje mostrándonos ambas perspectivas la audiencia mucho tiempo se inclinó a favor de Tom y juzgaban a Summer a pesar de que las intenciones siempre fueron claras.
Otra película que aporta más realismo y complejidad a las relaciones amorosas es “la la land” este musical moderno teje una historia de amor entre Mia y Sebastian, fusionando la realidad con la fantasía. Aunque cautivadora, la película alimenta la idea de que el amor está intrínsecamente vinculado al éxito profesional y los finales felices, todo esto hasta el ultimo acto donde nos muestra que hay ocasiones en las que no tenemos más opciones que decidir entre seguir nuestros sueños o continuar con quien creamos que es el amor de nuestra vida.
Estos ejemplos destacan cómo el cine ha contribuido a la idealización del amor, presentándolo como un viaje emocionante sin muchos matices En la vida real, las relaciones son multifacéticas, suelen ser más compleja, con altibajos, desafíos y momentos cotidianos que definen el amor genuino, el cual no siempre se presenta con grandiosos gestos románticos. Al explorar narrativas más realistas en el cine, podemos empezar a apreciar la belleza en la autenticidad, alejándonos de la trampa del amor idealizado que las pantallas han tejido durante décadas. Es hora de celebrar el amor en toda su complejidad, aceptando que, a veces, las imperfecciones son las que hacen que una historia de amor sea verdaderamente única.