Aquí se vibra y se estremece la piel. En el Estadio Universitario se vivió una fiesta que empezó desde antes que arrancara la Final de ida de la Liga de Campeones de la Concacaf, pero que no tuvo el final esperado.

Los de casa no visualizaron así el marcador. Aquí no se pensaba que los visitantes fueran los únicos en anotar y en hacer que el Volcán hiciera erupción para llevarse la ventaja al duelo de vuelta.

Parecía inminente la anotación, pues Monterrey era el equipo que dominaba el encuentro gracias a que Rodolfo Pizarro generaba desequilibrio total desde atrás: robaba el balón, lo cedía, hacía movimiento para picar y desbordar por la derecha o el centro. Lo que restaba era que los defensas felinos mandaran el balón a tiro de esquina. Y ahí llegó el mayor peligro al minuto 43.

El balón fue directo al centro del área, donde Nico Sánchez le ganó la marca a Hugo Ayala. Su remate de cabeza fue tan preciso que Nahuel Guzmán no pudo hacer nada para detenerlo; solo lo vio pasar.

Fue un premio doble, pues era la segunda ocasión en que el zaguero sorprendía el ataque, pero, sobre todo, fue la cereza al pastel de la insistencia rayada, que tuvo dos malas definiciones de Avilés Hurtado en los primeros minutos del encuentro.

Pero la tónica de la parte complementaria fue distinta. Ricardo Ferretti apretó tuercas y, de paso, el medio campo. Su equipo fue más agresivo desde esa zona. Recuperó el balón y no lo cedió más al rival. Entonces se empezó a ver al Tigres dominante del ataque, pero que aún necesitaba de algunos ajustes para generar mayor peligro. Por eso entraron Jurgen Damm y André-Pierre Gignac, por Javier Aquino y Eduardo Vargas, respectivamente. Al francés se le vio muy poco durante el partido.

Pese a ’la ausencia’ de Gignac, los de casa generaron más peligro en el área para poner a Marcelo Barovero como el héroe. Primero fue Rafael Carioca al 55’; aprovechó un rechace para disparar desde fuera del área, pero el balón se quedó en manos del portero. Luego fue la que generó Jesús Dueñas al 62’. Un tiro cruzado desde izquierda que desvió Barovero a una mano. Tigres daba avisos claro, pero no lograba anotar.

Los visitantes poco generaron ya. Aunque Pizarro se desmarcaba, parecía que prefería quedarse con el balón para buscar que el rival lo detuviera y, así, corriera el tiempo, mismo que quiso aprovechar Tigres con una y otra y otra llegada que no logró culminar con un gol y que deja con ventaja a Monterrey, que cerrará la final en casa el próximo 1 de mayo.